viernes, 24 de diciembre de 2010

Plumas de rey

Amaneció como de costumbre, y no como in habitualmente lo venía haciendo por aquellos días.  Lejos del bullicio de la ciudad y de todo lo que pueda pertubar la tranquilidad de una casa de familia. La sábana que cubría su delicada piel se encontraba al ras de suelo con tantos revolcones. Abrió sus ojos, tenía 22 años. Lo rodeaba su mamá, su hermana y hermano menores ambos.  Pensó que habrían estado esperandolo por muchas horas allí, esperando a que despertara. Él salió por la noche a celebrar a uno de esos club's de moda con sus amigos y amigas. Los cabellos dorados de mamá iluminaban el cuarto pues la luz del sol chocaba con ellos, y estos a su vez como espejo reflejaban la luz. ¡ Feliz cumpleaños ! - corearon los invasores del cuarto con grandes sonrisas en sus caras. Boris quien había querido hasta ese momento encerrarse en el cuarto, pero que no pudo debido a su estado de inconsciencia,  al llegar no cerró la puerta por dentro, esbozó una sonrisa con mucho trabajo. Empezó ahi el desfile de regalos. Él lo único que deseaba era estar sólo y no rodeado de gente que lo que causaban era más desdicha en ese momento. Fungió su papel muy bien por los minutos que duró aquella intempestiva visita a su habitación por motivo de su onomástico. ¿Fue la noche la causante de tal estado de ánimo?

Cuando hubieron partido y dejado libre su cuarto, Boris tuvo unas ansias de tomar el teléfono  celular; y llamar y textear. Sus manos en el aparato hacían los favores para completar ambas tareas, aunque él sabía con certeza que no lo debería hacer. - Mi orgullo - pensó, ¿Qué orgullo? mi felicidad esta de por medio; mi orgullo puede esperar.  Frente a sus ojos se posó la imagen de la idea de su orgullo siendo aventado de lo más alto de algún edificio. ¿quería eso? - la idea hizo que sus manos  temblaran y no completaran lo que se proponía a hacer. La mañana se extendió con una ligereza tal que en su mente sólo estaba la imagen de la idea.  Mamá tocó la puerta advirtiendo las llamadas telefónicas de sus allegados y familiares, pero para él en ese momento lo que importaba era lo sucedido la noche anterior. Acontecimiento que guardó celosamente en su memoria. Ninguna de las personas que fueron con él , percibieron cosa extraña en su persona. No quiso almorzar. No era común, mamá se preocupó, pero él la calmó con una historia sobre  el alcohol que ha ingerido la noche anterior le había causado indigestión. Ella le dio unas pastillas que éste arrojó a la basura en cuanto las hubo recibido. Con la calma de mamá, los minutos se hacían mas largos para él. El celular no sonaba de la forma que él quería, y las llamadas de otras personas no las contestaba. La tortura se prolongaba más y más; cada minuto y él encerrado  en su cuarto, pensando y pensando, de manera que cualquier persona se volvería loca con una sexta parte de lo que pasaba por la cabeza de aquél muchacho aquella tarde.

Una segunda imagen se  posó frente a sus azules ojos. Un beso, un mensaje en el celular que había borrado justo cuando lo hubo terminado de leer. Un beso, conocía a una de las personas involucradas en ese ósculo. ¿Qué debo hacer? - se volvió a preguntar. Boris tenía 22 años, una vida muy tranquila, una familia unida, a pesar de la muerte del padre suyo a temprana edad, conocía  a mucha gente aunque llevaba una vida bohemia y discreta; algo que su madre no comprendía muy bien pero que toleraba pues sentía en parte que el comportamiento se debía que no tuvo una presencia masculina en su crecimiento. Ella aún amaba a su esposo, el recuerdo del día de bodas sigue en su memoria fresco, cada mañana al amanecer, y oler la fragancia de las flores del jardin que rodean el cuarto principal, habitación que compartió por muchos años con quien ella eligió.  Los hermanos de Boris en cambio tenían una vida social muy ocupada a pesar de sus edades 14 y 15 años. La ciudad ha cambiado mucho desde las epocas en que sus padres se comprometieron. Pero era él, quien no encajaba en toda esa figura familiar perfecta. No era quien suponía debía ser, pensamiento que carcomía  a Boris día con día. - ¿Qué hago? - la pregunta retumbaba en su cabeza.  La noche se acercaba, pero él se negaba a abrir la puerta, aducía continuar mal y no aceptaba las disposiciones que su madre le daba. Se echó a la cama y rodaba en ella, esperando el sonar del aparato que en la mesa de noche se encontraba.  La primera imagen hacía un intervalo a la segunda y se intercalaban en su mente. Los amigos - se decía a sí mismo - ¿Qué amigos?, si son solo gentes que vienen a mi por lo que les puedo ofrecer, que se acercan a mi por lo que veen y no por lo que soy, ¿tengo amigos? - de pronto vino a su memoria una tercera imagen, él bailando con alguien más.

Boris comprendió en aquel momento que algo sucedió en ese preciso instante; el baile, el baile - repetía - Desde la puerta se escuchó una pregunta que dejo helado a Boris, se lo hizo mamá. Entraba al baño cuando escuchó lo que no quería recordar.
- ¿Dónde fuiste ayer? - preguntó mamá
- la sorpresa en su cara se podía notar, se miró al espejo que tenía y fingió no haber escuchado.
-¿Con quienes has salido? - volvió a preguntar mamá
-Esta vez se echó agua a la cara, enmudeció totalmente, mamá no conocía amigos suyos. - No te escucho muy bien - replicó luego de tomarse el tiempo para  responder. Fuiiiiii.... dudó por un instante... salí con mis amigos mamá - finalmente respondió.

La respuesta no convenció del todo a mamá pero no había más que hacer, la noche se había puesto, Boris no ha salido del cuarto aún, el celular no sonó aún como él quería. Mamá no tuvo más remedio que regresar a sus actividades y dejar al jóven continuar con su ritual de tortura personal. Seguir pensando y pensando.  Sorteó a mamá, aunque no sorteó las imagenes que revoloteaban su cabeza, el suceso lo marcó, no entendía qué pasó. Sólo sabía que pasó.

Una cuarta imagen  finalmente identificaba a la segunda persona que tomaba parte del ósculo. El rompecabeza imaginario de la noche anterior estaba a punto de cuajar. La imagen era clara, él no entendía nada, pero la imagen lo decía todo, esó lo heló más que las preguntas de mamá. Aquel club, aquellos "amigos", aquella noche y finalmente aquél beso y las personas que tomaban parte de él. Las ideas pasaban y chocaban en su mente como si martillaran la pared de una casa para tumbarla. Las ideas pugnaban por salir primeras de la mente de Boris en orden aleatorio, sin orden, pero ellos significaba seguir sin entender lo sucedido. Lágrimas cayeron de sus azules ojos.La incertidumbre entonces caló en él.......continuará

La canción de hoy,  de Kylie Minogue- All the lovers

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